Créditos de las fotos: Fernando E de la Torre / Sergio Tohtli / ieal_94 / Cintia Contreras

El otoño en la Sierra Tarahumara invita a disfrutar de la naturaleza en su esplendor y a conocer las costumbres rarámuri que, con el paso de los siglos, han resistido en estos majestuosos paisajes.

HISTORIASMX. – La Sierra Tarahumara, parte de la Sierra Madre Occidental en el noroeste de México, es un escenario que cobra una belleza singular durante el otoño. La estación convierte sus montañas, barrancas y bosques en un mosaico de colores cálidos y vibrantes.

Ubicada en el estado de Chihuahua, la Sierra Tarahumara es conocida por su impresionante geografía, que abarca desde barrancas profundas como la de Urique hasta bosques densos en la Barranca de Sinforosa, creando un paisaje cambiante según la altitud y el clima.

Clima y geografía: Diversidad que define la región.

La Sierra Tarahumara alberga una variedad de climas que dependen de la altitud. A nivel del valle, en lugares como Batopilas o Urique, el clima es subtropical, alcanzando altas temperaturas en verano y descendiendo a niveles moderados en invierno. A mayor altitud, como en Guachochi o Creel, el clima es mucho más frío y húmedo, con frecuentes nevadas en invierno. En las partes más altas, la temperatura rara vez supera los 25 °C en verano y cae hasta -20 °C en los días más fríos de invierno.

Esta diversidad climática permite que en otoño los paisajes se tiñan de tonos rojizos, dorados y marrones en un espectáculo que atrae a visitantes de todas partes. Además, la sierra alberga atractivos naturales de renombre, como el Lago de Arareco, el Valle de los Monjes y la Cascada de Basaseachí.

Las Barrancas del Cobre: Naturaleza imponente y aventura.

Entre las atracciones principales de la Sierra Tarahumara se encuentran las Barrancas del Cobre, un complejo de barrancas, algunas de las cuales alcanzan profundidades mayores a las del Gran Cañón de Colorado. La Barranca de Urique es la más profunda de todas, alcanzando los 1,879 metros. Durante el otoño, el contraste entre el cielo despejado y los colores de los árboles crea un entorno de gran belleza, ideal para quienes disfrutan de la fotografía de paisajes.

El Chepe, el Ferrocarril Chihuahua al Pacífico, ofrece a los visitantes una experiencia única para recorrer este paisaje montañoso y hacer paradas en los miradores de Divisadero y Cerro del Gallego, desde donde se pueden observar vastos cañones y bosques teñidos de otoño. Es un viaje que transporta a los visitantes no solo a través de la naturaleza sino también de la cultura de la región.

Un otoño lleno de aventura y tradiciones.

El otoño no solo es temporada de paisajes encantadores; también es una época donde las tradiciones rarámuri cobran vida. Los rarámuri, llamados «pies veloces» por su resistencia y habilidad para recorrer largas distancias a pie, mantienen un estilo de vida seminomádico. Este grupo indígena tiene sus asentamientos en zonas difíciles de alcanzar y conserva costumbres de sus ancestros, como la celebración de festividades ligadas a la naturaleza y la producción artesanal de cestos y cobijas.

En las laderas de la Sierra, los rarámuri siguen practicando la agricultura y la caza, mientras que en las épocas más frías descienden a las barrancas para refugiarse del intenso invierno. En otoño, los visitantes pueden adquirir artesanías rarámuri en los pueblos de la región, como Creel o Guachochi, y apoyar la economía local.

Principales barrancas: Ecosistemas y bellezas escénicas.

  1. Barranca de Sinforosa: Conocida como “La Reina de las Barrancas” y la segunda más profunda, es uno de los lugares más espectaculares para practicar el campismo y la caminata. En sus laderas se encuentran cascadas como La Rosalinda y San Ignacio, rodeadas de un follaje otoñal que hace del descenso una experiencia inolvidable.
  2. Barranca de Batopilas: Este cañón destaca por su riqueza histórica, albergando comunidades rarámuri y pueblos mineros como Batopilas, conocido por sus imponentes vistas desde el mirador de La Bufa.
  3. Barranca de Candameña: Esta barranca es hogar de las dos cascadas más altas de México, Piedra Volada y Basaseachí. Su fama como la «barranca de las cascadas» la convierte en un atractivo ideal para los amantes de la naturaleza y la aventura.

Turismo de aventura y acceso a la Sierra Tarahumara.

El acceso a la Sierra Tarahumara es limitado debido a su geografía accidentada, pero existen rutas por carretera, así como el famoso Chepe, que permite a los turistas explorar lugares de gran interés.

La Sierra Tarahumara es un paraíso para el turismo de aventura: el ciclismo de montaña, el senderismo y el campismo son algunas de las actividades que pueden realizarse en el entorno otoñal, mientras que los cañones profundos ofrecen oportunidades para el descenso en rapel y la navegación en el río Urique, ideal para expertos en rafting.

Un otoño para el recuerdo.

El otoño en la Sierra Tarahumara invita a disfrutar de la naturaleza en su esplendor y a conocer las costumbres rarámuri que, con el paso de los siglos, han resistido en estos majestuosos paisajes. Desde la paz de los miradores en las barrancas hasta las tradiciones ancestrales de sus habitantes, la Sierra Tarahumara en otoño es una experiencia que permite a cada visitante reconectar con la naturaleza y descubrir la diversidad cultural de México.

Por: Gorki Rodríguez.

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