El norte de México, particularmente el estado de Chihuahua, ha vivido una transformación radical en las últimas décadas. Donde antes se extendían llanuras silvestres y hábitats naturales, hoy predominan nogaleras, pivotes de riego y potreros para engorda de ganado.
HISTORIASMX. – Reportaje especial: El desierto ya no ruge. Cada vez menos huellas, menos ojos entre los matorrales, menos crías que sobreviven. Lo que antes fue refugio de linces, coyotes, pumas, venados y águilas, hoy es territorio fragmentado por caminos, cultivos y pastizales sembrados para ganado. El caso reciente de dos linces muertos en Delicias, Chihuahua, ha encendido las alarmas: ¿hasta cuándo soportará la fauna del desierto la expansión sin freno de la agricultura y ganadería?
🌵 Un paisaje herido: agricultura y ganadería contra la biodiversidad
El norte de México, particularmente el estado de Chihuahua, ha vivido una transformación radical en las últimas décadas. Donde antes se extendían llanuras silvestres y hábitats naturales, hoy predominan nogaleras, pivotes de riego y potreros para engorda de ganado. Este modelo productivo ha desplazado a especies silvestres que antes dominaban el paisaje del Bolsón de Mapimí y otras zonas desérticas del estado.
La fragmentación del hábitat, el ruido de maquinaria, la eliminación de matorrales, y sobre todo la reducción de fuentes de agua, han empujado a la fauna a bordes cada vez más estrechos.
⚠️ Veneno en la tierra: los cebos como arma mortal
Ante la presencia natural de depredadores en zonas ganaderas, algunos productores —en su intento por “proteger el hato”— han optado por prácticas letales e ilegales: el uso de cebos envenenados. Trozos de carne mezclados con pesticidas o venenos agrícolas son colocados en campo abierto para eliminar coyotes, zorros o pumas… pero también afectan a linces, aves rapaces, tejones, e incluso perros comunitarios o ganado pequeño.
Estas acciones, además de ser inhumanas, están prohibidas por ley y ponen en riesgo no solo a la fauna, sino a niños, pobladores y al equilibrio ecológico del desierto.
🐆 El caso: dos linces muertos en Delicias
Este miércoles por la mañana, la Jefatura de Medio Ambiente del municipio de Delicias recibió un reporte ciudadano sobre el hallazgo de dos linces muertos a un costado de la carretera frente al CETis 87. Las imágenes difundidas muestran a los ejemplares tendidos sobre la terracería, sin señales evidentes de atropellamiento.
Juan Torrecillas, responsable de la dependencia, informó que se realizará una necropsia veterinaria para esclarecer si la causa de muerte fue envenenamiento. Además, se revisarán las cámaras de seguridad cercanas con el fin de identificar a posibles responsables.
“Es una pérdida lamentable. Estos linces son especies protegidas por norma y forman parte del equilibrio ecológico de la región”, declaró Torrecillas a medios locales.
📜 La norma que los protege: NOM-059-SEMARNAT-2010
La Norma Oficial Mexicana NOM-059-SEMARNAT-2010 establece la lista de especies de flora y fauna silvestres en riesgo. El lince (Lynx rufus) está incluido bajo la categoría de “sujeto a protección especial”, lo cual implica que su captura, caza, comercialización o muerte está estrictamente prohibida. La ley contempla sanciones penales y administrativas a quien atente contra estas especies.
Además, el Artículo 420 del Código Penal Federal establece penas de hasta 9 años de prisión a quien cause daño a fauna protegida o emplee venenos sin control.
🔎 ¿Quién está vigilando el desierto?
Este hecho no es aislado. Ambientalistas, biólogos y habitantes del desierto han reportado una creciente desaparición de especies como el águila real, el pecarí, el venado cola blanca y el mismo lince, especialmente en zonas agrícolas.
La falta de vigilancia real, la ausencia de brigadas ambientales y el silencio institucional ante estas muertes crean un clima de impunidad.
Además, muchas muertes no son reportadas: los cadáveres se descomponen rápido en el calor del desierto o son arrastrados por carroñeros antes de que alguien los vea.
🧭 El desierto resiste, pero no olvida
Lo ocurrido en Delicias es solo un síntoma de un problema mayor: la visión de que el desierto debe ser conquistado, domado y explotado. Esta mentalidad no solo borra la historia ancestral de pueblos como los tobosos e irritilas, que sabían coexistir con el entorno, sino que también acelera el colapso de un ecosistema frágil, pero vital.
📍 Conclusión
Los linces muertos de Delicias no son una anécdota; son un llamado. Un llamado a revisar cómo producimos, cómo cuidamos y cómo entendemos la vida en el norte del país. No hay progreso si en su nombre se extermina la vida silvestre. No hay desarrollo si ignoramos las leyes que protegen a quienes no tienen voz.
Porque el desierto aún habla. Y cada muerte silenciada es un grito que exige ser escuchado.