Cuando los funcionarios públicos creen que los periodistas son sus empleados.
HISTORIASMX. – En Chihuahua, como en muchas partes de México, ser periodista no es solo un oficio, es un acto de resistencia. No basta con investigar, reportar y publicar la verdad: hay que lidiar con el acoso, la presión y, en el peor de los casos, la amenaza directa.
Y dentro de este entorno hostil para la prensa, hay una frase que encapsula el problema:
“Échanos la mano, habla bien de nosotros.”
Esta petición, disfrazada de amabilidad, es una orden no tan velada, una invitación a cruzar la línea entre el periodismo y la propaganda. Es la forma en la que muchos funcionarios públicos intentan comprar el silencio de los medios y periodistas independientes, esperando que se conviertan en extensiones de sus departamentos de comunicación social.
En Chihuahua, esta práctica es tan común que muchos servidores públicos creen que la prensa les debe favores y que su función es cubrir sus errores, tapar actos de corrupción o, peor aún, atacar a sus opositores políticos.
Los medios bajo presión: chantajes disfrazados de “colaboración”
Las presiones no siempre vienen en forma de amenazas explícitas. A veces, el chantaje es sutil:
- “Si hablas bien de nosotros, te invitamos algo.”
- “Mira, no publiques eso, mejor ayúdanos.”
- “Después te pasamos información exclusiva.”
La idea es clara: el medio o periodista que coopera recibe beneficios, y el que no, sufre represalias. Estas pueden ir desde el bloqueo de publicidad oficial, la negación de acceso a fuentes de información o la difamación en redes sociales, hasta llegar a amenazas o agresiones directas.
Este esquema de premios y castigos ha contaminado el ejercicio periodístico en Chihuahua. Muchos reporteros y medios han caído en este juego, aceptando sobornos disfrazados de “apoyos” o autocensurándose para evitar represalias.
Y mientras algunos eligen vender su independencia a cambio de privilegios, otros se enfrentan a la violencia del poder.
Cuando la prensa no obedece: el riesgo de ser periodista en Chihuahua
El problema más grave de esta mentalidad entre los funcionarios públicos es que quien no cede a la presión es visto como un enemigo.
Y cuando un periodista se convierte en “incómodo” para el gobierno o un grupo de poder, las consecuencias pueden ser devastadoras. En Chihuahua y en todo México, los periodistas que se niegan a “echar la mano” han sido perseguidos, agredidos y asesinados.
Las cifras son alarmantes:
- México es uno de los países más peligrosos para ejercer el periodismo, según organismos internacionales como Reporteros Sin Fronteras.
- Los ataques a la prensa en el país han aumentado en los últimos años, siendo los gobiernos locales los principales agresores.
- En Chihuahua, periodistas han sido desaparecidos, ejecutados o exiliados por denunciar la corrupción o la colusión entre el crimen y el gobierno.
Y detrás de muchos de estos crímenes hay una constante: funcionarios que ven a los periodistas como empleados o como amenazas, nunca como profesionales independientes.
El desconocimiento sobre el papel de la prensa: un peligro latente
El problema de fondo radica en que muchos funcionarios públicos carecen de formación sobre medios de comunicación y democracia. No entienden que el periodismo no es una herramienta de propaganda, sino un pilar del sistema democrático.
Para ellos, un medio de comunicación solo es útil si repite sus discursos oficiales sin cuestionar. No toleran el escrutinio ni la crítica, y cuando un periodista expone sus errores o corrupción, lo ven como una traición o un ataque personal.
Esta mentalidad no solo afecta la calidad del periodismo, sino que pone en peligro la vida de quienes ejercen la profesión con ética. Un funcionario que cree que la prensa debe obedecerlo también es capaz de mandar a reprimir, agredir o incluso asesinar a un reportero que no se somete.
La responsabilidad de los medios y periodistas
Pero no solo los funcionarios tienen responsabilidad en este problema. También hay medios y periodistas que han caído en este sistema de complicidad.
No se puede negar que el periodismo independiente es difícil de sostener en un entorno donde la publicidad oficial es utilizada como herramienta de control. Sin embargo, aceptar sobornos disfrazados de “apoyos”, modificar notas para quedar bien con el gobierno o hacer propaganda a cambio de privilegios solo debilita la credibilidad de la prensa y perpetúa el sistema de corrupción.
El periodismo en Chihuahua y en todo México enfrenta una encrucijada: mantenerse firme en su deber de informar o convertirse en cómplice del poder.
Conclusión: sin periodismo libre, no hay democracia
El periodismo no existe para «echar la mano» a los funcionarios ni para hacerles favores. Su labor es investigar, cuestionar y exponer la verdad, sin importar a quién incomode.
Si los servidores públicos quieren que los medios hablen bien de ellos, la solución es simple: que trabajen con honestidad, transparencia y responsabilidad.
Mientras en Chihuahua y en México siga existiendo la mentalidad de que los periodistas deben obedecer al poder en lugar de fiscalizarlo, la libertad de prensa seguirá en riesgo y con ella, la democracia misma.
Porque cuando un funcionario le dice a un reportero “Échanos la mano”, en realidad lo que está pidiendo es complicidad en la corrupción y silencio ante la injusticia. Y esa es una mano que ningún periodista debería extender.
Por: Gorki Rodríguez.