La Medicago sativa, conocida comúnmente como alfalfa, mielga o lucerna, se revela como una joya multifacética de la naturaleza.
HISTORIASMX. – Esta planta herbácea perenne, perteneciente a la familia de las fabáceas o leguminosas, ha cautivado la atención de agricultores, nutricionistas y entusiastas de la botánica por igual, gracias a su impresionante variedad de usos y beneficios.
Con una altura que oscila entre los 30 y los 60 centímetros, la alfalfa se presenta como una hierba recta o subrecta, a menudo pubescente. Sus hojas, de forma obovada a sublineal, exhiben una dentadura distintiva en el ápice y pueden medir entre 5 y 20 milímetros de largo. Su inflorescencia en racimo pedunculado, junto con su corola de tonos violeta pálido lavanda, confiere un encanto adicional a esta planta.
Pero más allá de su belleza superficial, la alfalfa se distingue por su utilidad práctica. Ampliamente reconocida como un valioso recurso forrajero, la planta se cultiva extensivamente en todo el mundo para su uso como pasto. Con un ciclo vital que puede extenderse hasta los veinte años en condiciones favorables, la alfalfa despliega densas agrupaciones de pequeñas flores púrpuras y desarrolla raíces profundas que la hacen resistente a la sequía.
Sin embargo, la versatilidad de la alfalfa no se limita a su papel como alimento para el ganado. Sus propiedades nutricionales excepcionales la convierten en un componente deseable en la dieta humana. Rico en proteínas, sales minerales como calcio, potasio, hierro y fósforo, así como en vitaminas A, C, D, E y K, este vegetal ofrece una amplia gama de nutrientes esenciales para la salud.
Además, la alfalfa posee una cualidad única: la capacidad de fijar nitrógeno en el suelo a través de los nódulos en sus raíces, gracias a la presencia de bacterias como Sinorhizobium meliloti. Esta habilidad, combinada con su uso como alimento animal, contribuye a mejorar la eficiencia de la agricultura y a enriquecer la calidad del suelo.
Desde su presunto origen en Persia hasta su introducción en Grecia durante la antigüedad, la alfalfa ha recorrido un largo camino en la historia de la agricultura y la alimentación humana. Hoy en día, continúa siendo valorada por su excepcional aporte nutricional y su capacidad para enriquecer el suelo, consolidando su posición como una de las plantas más versátiles y beneficiosas que la naturaleza tiene para ofrecer.
Fotografía: SADER.