Conocida como Huevos de Toro o Echinocereus pectinatus, por su nombre científico, habita en el gran desierto chihuahuense, especialmente en los estados de Chihuahua y Sonora.  

Jiménez, Chihuahua (Historiasmx). – En el vasto territorio del norte de México y algunas regiones de Estados Unidos, se encuentra una especie de planta fanerógama que cautiva a los amantes de la naturaleza con su singular belleza y resistencia.  

Echinocereus pectinatus, también conocida como la «Biznaga de Peine o Huevos de Toro «, es una cactácea endémica de Chihuahua y Sonora en México, así como de Arizona, Nuevo México y Texas en Estados Unidos.  

Aunque comúnmente encontrada en ciertos lugares, su presencia nunca deja de asombrar a quienes tienen la fortuna de encontrarla. 

Esta cactácea se presenta en un curioso aspecto, creciendo de forma erecta y con una estructura esférica o cilíndrica. Individualmente, alcanza tamaños que varían de 8 a 35 centímetros de largo y de 3 a 13 centímetros de diámetro, lo que la convierte en una pequeña joya del desierto.  

Pero su verdadero encanto reside en el cuerpo de la planta, el cual se asemeja a un peine de espinas que se combinan en zonas blancas y rosadas. 

Con 12 a 23 costillas, Echinocereus pectinatus es una maravilla de la adaptación. Las 12 a 30 espinas radiales están dispuestas en forma de peine en ambos lados, ligeramente curvadas y con un color blanco que se tiñe de rosa, conferiéndole un toque delicado y elegante.  

Las espinas centrales, que varían en número de 1 a 5, pueden presentar diferentes colores, desde el rosa hasta el amarillo o marrón, con longitudes que oscilan entre 1 a 25 milímetros. 

En el momento más oportuno, la Echinocereus pectinatus despliega un espectáculo visual impresionante.  

Flores en forma de embudo, de tonos rosa oscuro y con un diámetro de 5 a 15 centímetros, emergen en el lateral del tronco, llenando el entorno con su gracia.  

El tubo de la flor, tomentoso y cubierto de espinas blancas, brinda un contraste interesante con la delicadeza de los pétalos. 

Durante el proceso de polinización, diversos insectos, como las abejas y los colibríes, acuden a esta fiesta floral, colaborando en la propagación de la especie y demostrando una vez más la simbiosis perfecta que existe en la naturaleza. 

Una vez fecundadas, las flores dan paso a los frutos de Echinocereus pectinatus, unos morados y carnosos con forma elíptica que también están cubiertos de espinas.  

Estos frutos son un regalo para los animales del desierto, quienes encuentran en ellos un manjar nutritivo y sabroso. 

La «Biznaga de peine» es un ejemplo claro de la capacidad que tiene la vida para florecer en los terrenos más áridos y desafiantes. Su resistencia y adaptabilidad son cualidades que merecen ser apreciadas y valoradas, recordándonos la importancia de conservar y proteger estos tesoros naturales que embellecen nuestros paisajes y enriquecen nuestra biodiversidad. 

Por ello, en Chihuahua y Sonora, así como en los rincones que comparte con Arizona, Nuevo México y Texas, Echinocereus pectinatus es celebrada como una muestra excepcional de la belleza desértica.  

Con cada aparición de sus flores y cada despunte de sus espinas, esta cactácea nos invita a reflexionar sobre la inigualable maravilla que representa la vida en todas sus formas y a cuidar el frágil equilibrio de nuestros ecosistemas para que estas joyas naturales sigan adornando nuestro mundo por generaciones venideras. 

Es importante no sustraer esta planta de su hábitat natural, así como de no destruir su hogar, el gran desierto chihuahuense.

Por: Gorki Belisario Rodríguez Ávila.  

Fotografía: Historiasmx. 

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