Las tormentas de arena han dejado de ser un fenómeno ocasional en Chihuahua. En la última década, su frecuencia e intensidad se ha incrementado, generando daños ambientales, agrícolas y de salud pública.
HISTORIASMX. – En el norte seco de México, el viento ya no sólo acarrea semillas o levanta el polvo de los caminos. Cada vez con más frecuencia, se convierte en una fuerza devastadora que arrastra consigo la capa fértil del suelo, reduce la visibilidad a cero, enferma a la población y deja al descubierto una profunda herida ambiental.
Introducción.
Las tormentas de arena han dejado de ser un fenómeno ocasional en Chihuahua. En la última década, su frecuencia e intensidad se ha incrementado, generando daños ambientales, agrícolas y de salud pública. Lejos de tratarse de eventos naturales aislados, estas tormentas son el resultado de un proceso complejo de degradación ambiental, en el que convergen la sequía prolongada, el sobrepastoreo, la expansión desmedida de tierras agrícolas y el abandono de prácticas sostenibles en la ganadería extensiva.
🌾 El suelo se agota: cómo la agricultura abre el paso al viento.
La apertura de tierras agrícolas en Chihuahua ha sido una estrategia promovida durante décadas como motor económico regional. Sin embargo, la remoción de vegetación natural para sembradíos temporales y permanentes ha dejado millones de hectáreas expuestas al viento.
“Sin cobertura vegetal, el suelo se vuelve polvo. Es como dejar la piel expuesta al sol abrasador del desierto”, explica la ingeniera agrónoma Martha Esquivel, del Instituto Nacional de Investigaciones Forestales, Agrícolas y Pecuarias (INIFAP).
A este panorama se suma el uso de maquinaria pesada que compacta el suelo, interrumpe su capacidad de absorción de agua y agrava la erosión. La falta de rotación de cultivos y el uso excesivo de agroquímicos también deterioran la estructura del suelo, volviéndolo más frágil ante los vientos fuertes.
🐄 Ganadería de agostadero: cuando el pasto desaparece.
El sobreepastoreo —la práctica de mantener demasiados animales por hectárea en terrenos de agostadero— ha sido una causa silenciosa de la degradación del suelo. En muchos ejidos y ranchos de Chihuahua, la carga ganadera supera con creces la capacidad regenerativa del terreno.
El ganado consume y pisotea los pastizales naturales, evitando que vuelvan a crecer. Con cada temporada seca, la cobertura vegetal desaparece más rápidamente, y con ella, la capacidad del suelo de resistir la erosión eólica.
🌵 Sequía prolongada: el catalizador perfecto.
La sequía que azota a Chihuahua desde hace más de 15 años ha empeorado el problema. Según datos del Servicio Meteorológico Nacional, en 2023 el 93% del territorio estatal presentó algún grado de sequía, con regiones como Ojinaga, Ahumada, Jiménez y Camargo en condiciones de sequía extrema.
“Con la sequía prolongada no hay humedad que retenga el suelo. El viento arranca la capa fértil con una facilidad alarmante”, afirma Román Alcántar, delegado local de la Conagua.
🌬️ Tormentas más frecuentes y violentas.
Las tormentas de arena no sólo son más comunes, también son más intensas. En 2024, se registraron más de 65 eventos significativos de tormentas de arena en el estado, según la Coordinación Estatal de Protección Civil. Algunas de ellas afectaron regiones urbanas como Ciudad Juárez, Delicias y Chihuahua capital, provocando cortes de energía, accidentes carreteros, daños a cultivos y problemas respiratorios en la población vulnerable.
😷 Impactos en la salud pública.
Las tormentas de arena generan un incremento en enfermedades respiratorias, especialmente entre adultos mayores, personas asmáticas y niños. Los hospitales de Chihuahua han reportado aumentos de hasta 30% en consultas por problemas pulmonares durante los días posteriores a estos eventos.
Además, la baja visibilidad durante las tormentas ha sido causa de accidentes vehiculares fatales, particularmente en carreteras rurales y tramos de alta velocidad.
🧭 ¿Qué hacer ante el avance del desierto?
Frente a esta realidad, diversos especialistas recomiendan una estrategia multisectorial para combatir las tormentas de arena:
- 🌱 Restauración de la cobertura vegetal con pastos nativos y reforestación.
- 🐑 Reducción de la carga ganadera en zonas frágiles y rotación de potreros.
- 🚜 Tecnificación agrícola sostenible que minimice la exposición del suelo.
- 💧 Manejo responsable del agua para evitar el agotamiento de los mantos freáticos.
- 👩🌾 Educación ambiental y participación comunitaria, especialmente en ejidos y ranchos familiares.
🔚 Conclusión: la tormenta es la advertencia.
Las tormentas de arena en Chihuahua no son simples fenómenos meteorológicos, sino síntomas de una crisis ambiental en expansión. Si no se revierte el proceso de degradación del suelo, la desertificación avanzará con mayor rapidez, comprometiendo no sólo la producción agrícola y ganadera, sino también la salud y el bienestar de miles de personas en la región.
“Cada tormenta es un grito de la tierra que se está quedando sin piel”, sentencia el ecólogo chihuahuense Ernesto Villegas.