La historia del alcoholismo inducido en comunidades originarias se remonta al periodo de la conquista. El vino y las bebidas fermentadas fueron introducidos por misioneros y colonizadores no como parte de un intercambio cultural, sino como instrumento de negociación, control espiritual y herramienta de desestructuración comunitaria.
HISTORIASMX. – Durante siglos, el pueblo rarámuri ha enfrentado distintas formas de colonización. Una de las más persistentes y devastadoras ha sido el uso del alcohol como estrategia de sometimiento, despojo y control social. Hoy, en la Sierra Tarahumara, el “pisto” no solo es bebida: es violencia, normalización del machismo y destrucción de la identidad de las mujeres indígenas.
🧬 I. Raíces coloniales del alcohol como mecanismo de dominación
La historia del alcoholismo inducido en comunidades originarias se remonta al periodo de la conquista. El vino y las bebidas fermentadas fueron introducidos por misioneros y colonizadores no como parte de un intercambio cultural, sino como instrumento de negociación, control espiritual y herramienta de desestructuración comunitaria.
Este patrón continuó durante la época moderna: a mediados del siglo XX, en la Sierra Tarahumara, muchas tierras fueron despojadas a través de compras bajo embriaguez inducida o pactos firmados con botellas de pisto de por medio. La bebida dejó de ser un símbolo ritual (como el tesgüino ceremonial) para convertirse en un medio de sujeción.
👩🏽🦱 II. La mujer rarámuri: entre la violencia estructural y el alcoholismo compartido
Según una investigación reciente realizada por la Facultad de Enfermería y Nutriología de la UACH, el 79.8% de las mujeres rarámuri encuestadas ha sido víctima de violencia por parte de su pareja sentimental alguna vez en su vida. En el 72.4% de los casos, el alcohol estuvo presente como detonante directo.
La violencia que sufren no es un fenómeno aislado, sino el resultado de una estructura de dominación que se alimenta del consumo nocivo de alcohol, la marginación geográfica, el machismo arraigado y la ausencia institucional. El hogar, que debería ser espacio de cuidado, se ha convertido en zona de riesgo permanente.
📊 Tabla comparativa: Prevalencia de violencia y consumo de alcohol en mujeres rarámuri
Indicador | Porcentaje (%) |
---|---|
Violencia alguna vez en la vida | 79.8% |
Violencia en el último año | 62.6% |
Violencia física | 59.6% |
Violencia psicológica | 79.8% |
Violencia sexual | 37.4% |
Consumo de alcohol alguna vez en la vida | 76.8% |
Consumo en el último año | 69.7% |
Consumo en el último mes | 40.4% |
Consumo en los últimos 7 días | 26.3% |
Mujeres que consumen alcohol a diario | 18.9% |
Fuente: Realivázquez-Pérez et al., 2021
😢 III. Sentimientos silenciados: entre el miedo, la culpa y la resignación
El impacto emocional del alcohol como arma de violencia se refleja en los sentimientos que reportan las mujeres entrevistadas:
- Miedo: 82.4%
- Ansiedad: 71.3%
- Estrés: 57.3%
- Frustración: 48.2%
- Culpa: 15.2% de ellas creen merecer el maltrato
- Perdón a la pareja: 37.5% de los agresores pide disculpas luego de los hechos
Más alarmante aún, un 18.6% de las mujeres no refiere ningún sentimiento, señal de que han normalizado la violencia como parte de su vida cotidiana.
🧨 IV. Tesgüino: de bebida sagrada a detonante de agresión
El tesgüino, bebida ancestral elaborada a base de maíz fermentado, ha sido durante siglos parte central de las ceremonias rarámuri. Sin embargo, en las últimas décadas su consumo ha sido descontextualizado y distorsionado, convirtiéndose en detonador frecuente de violencia doméstica cuando se consume en exceso o fuera de contexto ritual.
“Lo bebemos todos juntos, pero a veces, cuando se pasa, empieza la gritería y luego los golpes”, contó una mujer de Guachochi entrevistada en el estudio.
💬 V. Entre la sumisión cultural y la falta de políticas públicas
Las investigadoras alertan que no existen protocolos especializados de atención para mujeres rarámuri víctimas de violencia, lo que incrementa su vulnerabilidad. Muchas ni siquiera reconocen los actos de agresión como “violencia”, ya que han sido criadas bajo estructuras culturales donde la obediencia y el silencio son lo esperado.
“El 26.7% considera que merece el maltrato por su comportamiento”, revela el informe.
Esto, sumado a la distancia geográfica de sus comunidades y a la ausencia del Estado, las deja atrapadas en círculos viciosos de violencia, silencio y dependencia emocional y económica.
🧭 VI. Conclusión: El alcohol como extensión del colonialismo
La historia no ha terminado. El uso del alcohol como instrumento de dominación sigue vigente en la Sierra Tarahumara. Lo que empezó como una táctica colonial se ha transformado en una dinámica estructural que afecta especialmente a las mujeres indígenas.
Romper con esta realidad requiere más que campañas de prevención: se necesita una transformación profunda del sistema educativo, de salud, legal y cultural, que reconozca a las mujeres rarámuri no como víctimas folklóricas, sino como sujetas de derecho.
✊ Recomendaciones y líneas de acción:
- Capacitación intercultural en violencia de género para personal de salud en la Sierra.
- Protocolos diferenciados para mujeres indígenas víctimas de violencia.
- Campañas comunitarias en rarámuri y español para desnormalizar el alcoholismo.
- Apoyo a liderazgos femeninos en comunidades indígenas.